
Las ventas minoristas bajaron 2,6% interanual en el mes, aunque acumulan una suba del 6,2% en lo que va del año.
El Gobierno de Javier Milei decidió avanzar con una fuerte baja de tasas de interés, buscando estimular la actividad económica en medio de un contexto recesivo. A través de intervenciones en el mercado y licitaciones de deuda a menor costo, la tasa de financiamiento a corto plazo para empresas cayó del 90% al 60% anual. También se analiza flexibilizar los encajes bancarios para evitar que el crédito se paralice, una señal clara del giro en la política monetaria.
El objetivo oficial es claro: recomponer el crédito para empresas y familias. Sin embargo, analistas advierten sobre los riesgos de este movimiento, especialmente en la previa de las elecciones del 26 de octubre. Una baja excesiva de tasas podría incentivar la demanda de dólares y generar tensiones cambiarias. El dólar mayorista ya se encuentra cerca del techo de la banda cambiaria, lo que obligaría al Banco Central a intervenir con ventas de reservas.
En este marco, el flujo de divisas del agro mostró una desaceleración preocupante: de u$s224 millones el lunes a u$s87 millones el miércoles. El mercado interpreta este fenómeno como una menor oferta genuina, lo que refuerza la presión sobre el tipo de cambio. Además, se estima que el Tesoro intervino con ventas por más de u$s50 millones para contener la cotización, un reflejo de la creciente tensión.
La estrategia del ministro Luis Caputo implica un riesgo calculado: mostrar una política económica más “amigable” sin perder el control del frente cambiario. El Gobierno confía en que esta baja de tasas puede reactivar sin desestabilizar, pero el margen de maniobra es muy acotado. En caso de una reacción negativa del mercado, el costo político y financiero podría ser alto.